jueves, 18 de marzo de 2010

EL 2012















Según algunas creencias New Age el año 2012 estaría destinado a ser un gran año de transformación. Existe desacuerdo entre los creyentes sobre si en el año 2012 tendrá lugar el fin de la civilización, o si en cambio la humanidad se elevará a un nivel superior.[1] No hay evidencia científica de ningún tipo que soporte estas creencias. Numerosas fuentes esotéricas interpretan la finalización del décimotercer ciclo B'ak'tun en la cuenta larga del calendario maya (que ocurre el 21 de diciembre según la correlación más confiable) como indicación de que tendrá lugar un cambio importante en el orden mundial.
Varios autores han publicado libros en los que proclaman que en el año 2012 ocurrirá un gran evento que transformará al mundo:





En el libro El código secreto de la Biblia publicado en 1997, Michael Drosnin afirma que de acuerdo a ciertos algoritmos del código secreto de la Biblia, un asteroide o un cometa chocarán contra la Tierra.
En el libro 2012: The Return of
Quetzalcóatl publicado en el 2006, Daniel Pinchbeck discute varias teorías de un despertar mundial a una "conexión psíquica" que ocurriría en el año 2012, creándose una noosfera.
En el libro
Expediente J publicado en el año 2008, M. G. Harris afirma que se producirá una conjunción astral a nivel galáctico que provocará la destrucción de todos los aparatos elécticos del mundo.








Bueno, el cine no es ajeno a este tipo de acontecimientos, pues ya muchos, si no es todos, debieron haber escuchado sobre el lanzamiento de la película que curiosamente lleva el nombre del año en mención “2012”, parece que esta es la visión que el director Roland Emmerich tiene sobre el fin del mundo, y lo que concierne a la destrucción del planeta.
Pero mas allá de tratarse de un desastre divino, Roland Emmerich pone de manifiesto las consecuencias que traerá la contaminación en nuestro planeta, sino recordemos películas anteriores que también él dirigió, como son “El Día de Mañana” o” Godzilla”, películas que de alguna manera reflejan las consecuencias del poco interés del hombre por cuidar el medio ambiente donde vive, es decir la tierra.






Pocas cosas entusiasman tanto a los seres humanos como un buen Armagedón. Parecemos obsesionados con redimir nuestros pecados en una bola de fuego. De ahí que, a cinco años del nuevo fin del mundo, se haya montado una fructífera industria alrededor de esta fecha. De los diez primeros resultados de Google, nueve contienen predicciones calamitosas para el ser humano y consejos para protegerse de la furia divina. El otro está dedicado a los Juegos Olímpicos de Londres. Mientras, Hollywood ya prepara dos superproducciones sobre el tema y las tiendas estadounidenses rebosan de libros que analizan el fenómeno. Uno de los más exitosos, «Apocalipsis 2012» (Ed. Hojas de luz), firmado por el propio Joseph, ha llegado esta semana a nuestro país. Este antiguo colaborador del «New York Times» comprobó la verosimilitud de estas teorías repasando fuentes ancestrales y los últimos estudios científicos. «Hay una posibilidad entre tres de que dentro de cinco años suframos una transformación catastrófica de nuestras sociedades», augura. «Eso no significa que vayamos a morir todos, pero sí que tendremos que despedirnos del mundo tal y como lo conocemos». Resulta curioso el éxito en nuestras sociedades de estas profecías de credibilidad discutible. Es como si la supuesta inminencia de una catástrofe aliviara a una ciudadanía crispada por un mundo de una complejidad inabarcable. «Tenemos la necesidad de sentir que todo tiene sentido», explica Paul Boyer, historiador de la Universidad de Wisconsin y especialista en profecías. «Muchos prefieren un final catastrófico a creer que el mundo es una creación puramente accidental. Además, las teorías apocalípticas te permiten acceder al selecto círculo de los que saben lo que ocurre y, por tanto, tienen más posibilidades de salvarse».




























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